Al ver a este árbol, desnudo de hojas y de fruto, cualquiera podría pensar que es un árbol seco, muerto, pero a penas dentro de unos pocos días la vida volvera a su copa con una fuerza inesperada. Se trata de un ciruelo que se ha hecho famoso en toda la zona en donde está situado: es el más hermoso que nunca he visto. Cuando la primavera está llamando poco a poco a nuestras puertas, el ciruelo se cubre de blanco, cubierto de unas flores espectaculares, hermosísimo. Recuerda a los cerezos del valle del Jerte o a Japón. La forma de sus ramas (nunca podado) tiene la forma de un bonsai gigante. Sus flores apenas duran cuatro o cinco días para dar paso a los frutos. Estaré espectante para fotografiar su esplendor y que podáis disfrutar del mismo y comprobéis que es muy cierto lo que aquí os anuncio.
Es una parte de mi barrio, un barrio por otra parte lleno de zonas verdes y parques hermosos en los que en las tardes calurosas de verano, buscamos el frescor de la naturaleza. |
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